Por: Trini López Medinilla, Arquitecta de Planificación
La industria de la construcción es una de las actividades que causa mayor impacto al medio ambiente a nivel mundial, debido a que es una industria difícil de estandarizar, muy tradicional en sus prácticas y conlleva más tiempo en aplicar nuevos procesos o tecnologías en comparación con otras industrias. Es una actividad que se encuentra en constante crecimiento a nivel global e influencia directamente el desarrollo social y económico de cada país.
De acuerdo con el Informe Estadístico Global para Edificaciones y Construcción 2019 (Global Status Report for Buildings and Construction) de la organización Global Alliance for Buildings and Construction, el sector de la construcción es el responsable de la generación de casi el 40% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía y los procesos constructivos, demostrando la necesidad de implementar medidas más estrictas y sistemas de evaluación voluntarias sobre el rendimiento de las edificaciones para la reducción de los impactos negativos al medio ambiente.
Afortunadamente, existen ciertas regulaciones, normas, certificaciones e iniciativas que buscan minimizar estos impactos del sector de la edificación al medio ambiente para contribuir al desarrollo sostenible de la sociedad en general. Entre ellas, podemos mencionar las diferentes convenciones internacionales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, así como las distintas certificaciones regionales e internacionales, como LEED, que califican los aspectos ambientales de construcción y diseño de las edificaciones. Adicional, también existen herramientas que buscan estandarizar los procesos de la organización, como la normativa ISO.
La implementación de un Sistema de Gestión Ambiental basado en la norma ISO 14001:2015 implica gestionar los procesos de la organización a manera de mejorar las prácticas comunes e ir un paso más allá de la normativa vigente en el país.
Este modelo está basado en un proceso iterativo, en donde prevalece el concepto de mejora continua a través del denominado ciclo PHVA de Deming, o bien, como sus siglas lo indican, ciclo de Planificar, Hacer, Verificar y Actuar. Su principal característica es que, efectivamente, es un ciclo sin fin, ya que se mantiene en constante revisión y retroalimentación con el fin de alcanzar la optimización de sus procesos a través de la medición de sus objetivos, expectativas y programas de mejora.
Esta herramienta conlleva una serie de beneficios, no solo para el medio ambiente, sino también para el empresario, como, por ejemplo, mejoramiento de su imagen, competitividad, reducción de costos y oportunidad de mejora continua de sus procesos de construcción.
Partiendo de los principios de In Dubio Pro Natura (en derecho ambiental, “en caso de duda, decidir a favor de la naturaleza”) y Responsabilidad Ambiental (las personas individuales o jurídicas tienen la obligación de identificar los impactos y riesgos ambientales que produzcan sus actividades), entonces los empresarios del sector tienen responsabilidad de incluir prácticas que minimicen el impacto negativo al medio ambiente. Independientemente de la carencia de normativas en el país, existen formas de mejorar su actividad en pro del medio ambiente, siendo una de ellas la implementación de un Sistema de Gestión Ambiental.
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