Por Ing. Ana Quirós Lara – presidenta del Green Building Council Costa Rica (GBCCR)
La esencia de las ciudades son las personas y sus interacciones, lo entendemos, pero aun así, también asociamos directa y principalmente el concepto de ciudad con el de su infraestructura y edificaciones. Por ejemplo, con solo pensar en la Torre Eifel o el Golden Gate, inmediatamente estaremos también pensando en la ciudad de París y la de San Francisco, respectivamente.
A la luz de las directrices para atender el reto del covid-19, escuchamos con reiterada frecuencia que las ciudades están “muriendo”, bajo la directriz del #quedeseencasa o similar.
Observando noticias por la televisión y la prensa, experimentando de primera la mano, cuando en efecto salimos quienes debemos de realizar labores fuera de la casa, constatamos que nuestras calles están sin vehículos, los parques clausurados, las calles sin niños… ¿Será que, en efecto, este coronavirus está liquidando nuestras ciudades?
En realidad, el “distanciamiento social” -el cual se refiere a distanciamiento “físico” más que “social”- ha generado un cambio en estilos de vida y por lo tanto al menos una dinámica de convivencia familiar diferente en una gran mayoría de las familias ticas, sobre todo en aquellas que se desenvuelven en las ciudades, a la vez que está potenciando una fuertísima interacción social a través de lo que referimos como “virtual”.
Contrasta entonces la descongestión de aeropuertos, de las vías terrestres, de los parqueos, con aquella otra infraestructura de la ciudad, la que generalmente no vemos, pero, ahora podemos apreciar mejor pues es la que está abasteciendo, por ejemplo, el eficiente trasiego de datos e información a través de redes alámbricas e inalámbricas.
Quienes piensan que la ciudad está muerta o pronta a morir, se olvidan de lo que afirmamos al inicio: lo esencial en una ciudad son las personas aparejado a los servicios y la infraestructura que mantiene sus interrelaciones. Nuestras ciudades hoy están tan llenas de actividad como antes del covid-19. Actividad de quienes se quedan en casa atendiendo requerimientos en pro de la vida, de la salud propia o colectiva y la de quienes siguen brindando soporte a esa infraestructura que permite realizar nuestras tradicionales y “nuevas” interacciones.
Ciertamente el cambio en el estilo de vida produce una alteración en la cara que nos muestra la ciudad sobre el uso de la infraestructura, pero, además nos alerta sobre cambios más profundos.
La razón de ser del Green Building Council Costa Rica (GBCCR), es la promoción de ciudades sostenibles, por lo que en estos días estamos abocados a atender el reto de mantener la sanidad “socio-económica” de frente al cambio del estilo de vida en las ciudades por el #quedeseencasa al que responde responsablemente, en tiempo y forma, gran parte de la ciudadanía, las empresas e instituciones e incide directamente en el desarrollo sostenible de nuestro país.
El camino para restaurar una economía nacional que inició herida cuando nos abocamos casi exclusivamente a la atención del covid-19, requiere ser al menos esbozado, aprovechando las oportunidades que ofrecen las ciudades -es decir, las personas que las habitan y los servicios que demandan y producen. Con la experiencia a la fecha, ya se vislumbra algunas de estas oportunidades, por ejemplo: es posible e indispensable la solidaridad; es útil mantener/mejorar la inversión en sectores clave que apoyen la transición hacia la recuperación: en tecnología -trasiego de datos e información; en salud -el coronavirus no desaparece…; en energía/agua/alimentos -esenciales para toda actividad humana y en la edificación, sector que dinamiza todos los otros de la economía por su amplia y extendida cadena de valor.
Es claro que, nuestras ciudades, centros con la mayor densidad poblacional, siguen siendo la fuente generadora de mayor prosperidad, especialmente ahora de frente al covid-19 pues, es precisamente en estas ciudades en donde estamos invirtiendo fuertemente para mantener la imagen país.
Al parecer #quedeseencasa resultará ser finalmente la fórmula necesaria para sacar a flote nuestra economía, ya que, sin duda, los ojos del mundo se volcarán hacia Costa Rica y el turismo y la inversión extranjera retomará nuestro territorio al constatar el éxito que logramos en la guerra contra el covid-19 desde un frente solidario y absoluto de ciudades enteras que apoyan esa acción, cueste lo que cueste.
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