Por: Fernando Escalante, Director de la Unidad de ITD para Schneider
Los centros médicos están en funcionamiento los 365 días del año, 24 horas al día, sin interrupción, para atender a las personas que requieren servicios médicos y garantizar la salud de la población. Además, son el segundo tipo de edificio que más energía consume, por lo que la gestión continua y sin fallas de este recurso es una tarea compleja.
Para su correcta operación, los hospitales requieren el uso de energía en todas sus funciones: desde acceder al expediente en línea del paciente y conocer su historial médico hasta mantener las habitaciones con el aire acondicionado idóneo y el nivel de humedad adecuado, para garantizar el confort de las personas que reposan en ellas. Asimismo, ofrecer la iluminación necesaria en las salas de operación y tener encendidos los respiradores artificiales y monitores empleados en salas de cuidado intensivo. Sin electricidad, un hospital colapsa y la vida de muchas personas entraría en riesgo o se perdería.
Para garantizar un correcto funcionamiento, los centros de salud deben contar con un sistema de respaldo de energía que garantice que la electricidad no se verá afectada o interrumpida pese a fallas que puedan presentarse.
Según el National Electric Code (NEC), formulado por la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA, por sus siglas en inglés), que sirve como referencia para muchos países, junto con los códigos eléctricos locales– un hospital debe tener un sistema de energía de respaldo que garantice el funcionamiento habitual y un sistema de energía para operaciones críticas.
Entendemos como operaciones o cargas críticas todo lo que implique la continuidad de la vida de los pacientes como: salas de operación o cuidados intensivos, emergencias, laboratorios, estaciones de enfermería, radiología, tratamiento de aguas y equipamiento o sistemas médicos vitales, entre otros. En el caso de la operación habitual, si hubiera una falla, el corte no debe ser mayor a 60 segundos y para cargas críticas, la falta de energía no puede superar los 10 segundos, es decir el respaldo actúa de inmediato cuando se trata de salvar la vida de una persona.
Para abastecerse de electricidad, los hospitales deben contar con dos fuentes de energía que provengan de subestaciones eléctricas diferentes y así, garantizar la cobertura de alimentación en caso de que alguna de estas fuentes falle.
Después, se debe contar con sistemas de respaldo por generadores eléctricos que entran en funcionamiento si, por alguna razón, las dos fuentes externas de alimentación de energía fallaran; tal es el caso de un apagón eléctrico en todo el país. Se instalan dos generadores, uno para cada fuente de alimentación, y un tercero de respaldo.
A lo interno del hospital, las cargas de seguridad crítica se respaldan con UPS o sistemas ininterrumpidos de potencia. Un hospital puede contar con una UPS para cada sala de cuidados intensivos y sala de operaciones, o agrupar toda esta carga bajo una única UPS; la elección va a depender de la potencia y la ubicación física que tengan estas salas en el hospital. Las UPS también se usan para respaldar equipos médicos costosos y críticos, para que tengan un flujo de energía de buena calidad y evitar que se dañen por picos o bajonazos de potencias (sags y swells, según términos técnicos).
La distribución adecuada de cargas aporta confiabilidad y redundancia a la instalación eléctrica, protegiendo así los equipos médicos que son costosos y garantizando el buen funcionamiento de los mismos y, por ende, la vida de las personas que de ellos dependen.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para 2050, la población mayor de 60 años se habrá duplicado, y es de esperar que el requerimiento de servicios médicos se incremente. Los hospitales están catalogados como los segundos edificios que más demandan energía, por lo que encontrar soluciones eficientes y sostenibles, que permitan garantizar la estabilidad, es una necesidad.
Tecnología a favor de la salud
Para un hospital, la gestión eficiente que haga de la energía, como vimos, se traduce en beneficios para sus pacientes, el personal y los equipos médicos.
Una gestión eficiente de la energía también significa un mayor retorno de inversión para cualquier edificio, incluido un centro médico. Las empresas que invierten en una gestión eficiente de su energía garantizan un flujo estable que les permite invertir menos en mantenimiento y reparación de equipos que se ven afectados por picos o bajas de voltaje, a la vez que reduce el uso de aires acondicionados en proporciones innecesarias.
Para lograr esta eficiencia, el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) se plantea como un aliado estratégico, que permite a los servicios de salud llevar este manejo eficiente a un nivel de máximo aprovechamiento. Arquitecturas de IoT, como nuestra solución EcoStruxure para Hospitales, se desarrollan para ofrecer soluciones completas que permitan tener dispositivos conectados para recoger datos, gestionar la energía a través de un software que automatiza y supervisa toda la infraestructura del hospital y analizar los datos que se recogen para generar información valiosa para la toma estratégica de decisiones.
La información que se recoge a través de los aparatos conectados es variada: pueden generarse datos del estado de salud del paciente, del estado de un equipo para saber el momento correcto de mantenimiento e incluso no utilizar la Inteligencia Artificial para predecir distintos escenarios. En el sector hospitalario, los equipos e infraestructura se deben mantener en buenas condiciones para lograr un servicio de calidad y continuo al paciente, además de contribuir para prolongar la vida útil de los equipos médicos, eléctricos y mecánicos de la infraestructura. Por este motivo, es de gran importancia contar con programas de mantenimiento predictivos y preventivos.
Con la información precisa, presentada a la persona correcta en el momento adecuado, las instalaciones pueden operar sin problemas, reducir costes, aumentar la productividad y mejorar la seguridad y satisfacción del personal y del paciente. El aprovechamiento de esta tecnología nos permitirá alcanzar una operación más eficiente, segura y confortable para optimar la experiencia de los pacientes y salvaguardar su salud.
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