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¿Cómo deben ser las ciudades de la región para ser innovadoras, transitables y habitables?

En Costa Rica existen acciones aisladas, de parte de actores públicos y privados, que tienden a fomentar ciudades inteligentes pero sin una planificación integral. No obstante, estas iniciativas se van sumando en sus efectos y el gobierno está constantemente creando instrumentos que orienten sus acciones y las de la sociedad en general hacia ciudades inteligentes y sostenibles. La ingeniera Ana Quirós, presidenta de Green Building Council Costa Rica (GBCCR) habló con Construir sobre los principales retos del país en los temas de ciudades inteligentes, movilidad urbana y sostenibilidad.

¿Cuál es el panorama nacional en cuanto a construir una ciudad inteligente?

GBCCR está desarrollando el proceso para la aplicación del programa ‘Building Efficiency Accelerator’ (BEA) del World Resources Institute y que es apoyado por otras organizaciones internacionales y empresas privadas de renombre. Este programa busca ayudar a gobiernos locales y/o regionales a acelerar la adopción de políticas y mejores prácticas (tales como incentivos) que promueven un crecimiento más acelerado de la eficiencia energética en las edificaciones y así disminuir el impacto ambiental negativo de nuestras ciudades.

En Costa Rica, ya una municipalidad (la de Belén) está participando en este programa y hay otra en proceso de incorporarse. Con esto y una serie de alianzas con redes de municipalidades (como lo son Femetrom y ANAI) y la ciudad de Vancouver (en Canadá), el GBCCR pretende suscitar la cooperación entre municipalidades, la empresa privada y entes internacionales, para que las ciudades costarricenses se transformen en ciudades inteligentes.

Para alcanzar a tener una ciudad inteligente lo más importante que se requiere en Costa Rica es aplicar una planificación integral, planteada en una visión de largo plazo, que busque superar la fragmentación que existe por la multiplicidad de municipalidades e instituciones implicadas, desde la perspectiva de la GAM como una sola región. Para ello es necesaria una coordinación interinstitucional e intermunicipal adecuada.

El mayor reto es abandonar la fragmentación de instituciones y esfuerzos, asimismo dejar de ignorar el tema “ciudad”. Falta en el país una visión estratégica a largo plazo que se extienda más allá de los periodos electorales de cada cuatro años, además aún se carece de un instrumento de planificación regional para la GAM.

¿Qué desafíos enfrenta el país en temas de movilidad urbana?

El sistema de movilidad urbana de la Gran Área Metropolitana está casi colapsado, incidiendo en la pérdida (según el “Programa Estado de la Nación”) de un 3,8% de nuestro producto interno bruto. Además, a pesar de existir espacios crecientes, la movilidad peatonal y la ciclística aún deben lidiar con un sistema que está fuertemente enfocado en la movilidad motorizada y que aumenta el peligro de ser un peatón o un ciclista en nuestras ciudades.

La solución fundamental, similar a como se discutió con el tema global de las ciudades inteligentes (pues abarca el tema de la movilidad) es el de abandonar la concepción aislada del sistema de movilidad y avanzar hacia una visión adecuadamente planificada. El transporte público necesariamente debe ser eficiente, accesible, sostenible y, lo más importante, considerar la intermodalidad. Esto significa que las personas puedan, por ejemplo, desplazarse en vehículo, bicicleta o a pie a una estación intermodal y ahí abordar el tren o un bus.

El principal problema en relación con el papel del sector construcción es precisamente que, independientemente de las características de estos proyectos, estos constituyen esfuerzos aislados.

Ciertos tipos de desarrollo, que se realizan en zonas cada vez más suburbanas, alejadas de los centros urbanos, las actividades y servicios y sin la adecuada infraestructura de apoyo, promueven fuertemente el uso del vehículo particular y, por tanto, contribuyen marcadamente a los problemas de congestión, accidentabilidad y contaminación que ya son conocidos. Sin embargo, esto es una responsabilidad compartida entre el gobierno, el sector privado y la ciudadanía.

Para solucionar el problema de la movilidad, es fundamental pasar paulatinamente de un modelo de ciudad extensa y segregada, que crece espontáneamente, hacia una ciudad planificada adecuadamente, con densificación a la largo de las redes de transporte público y en la que los ciudadanos nos responsabilicemos individualmente de los estilos de vida que adoptamos.

¿Cuál es el avance que ha registro el país en materia de construcción de edificios verdes?

El avance para la construcción sostenibles en general es bastante rápido, promoviendo un escenario alentador hacia el futuro. En el caso de LEED, luego de un comienzo relativamente lento, en el que los proyectos promovidos por empresas multinacionales que se instalaban en Costa Rica eran la mayor parte de los proyectos que se certificaban, hoy día los desarrollos promovidos por empresas privadas e instituciones públicas costarricenses que buscan -y obtienen- la certificación LEED son cada vez más.

A este momento, hay 69 proyectos que han obtenido esta certificación en alguno de sus niveles, de los cuales cinco proyectos han alcanzado el nivel LEED Platinum. En total, ya hay un total de 512.405 m2 certificados en LEED. Comparativamente, somos el país de Centroamérica con la mayor cantidad de proyectos y la mayor área certificada, aunque Panamá tiene una mayor cantidad de proyectos registrados.

En cuanto a otros sistemas de certificación, EDGE -para el cual el GBCCR es certificador en Costa Rica- también muestra un crecimiento acelerado y se ha dado una marcada aceptación de parte del sector público (con proyectos como el Centro de Convenciones de Costa Rica, las sedes de los EBAIS de La Ribera y Escobal de Belén o los Tribunales de Justicia de Jicaral de Puntarenas), proyectos residenciales por parte de destacados desarrolladores (como “Nueve 84” de PINMSA y “Santa Verde” de Cuestamoras) y otros, como las Oficinas Administrativas del parque industrial The Greenpark, en El Coyol. Al momento, se cuenta con 10 proyectos o tipologías con certificación en fase de diseño, 15 en fase de post-construcción, totalizando 73.310, 12 m2.

¿Qué desafíos enfrenta el sector construcción para ser sostenible en sus obras?

Para el GBCCR es claro que la construcción sostenible es un excelente negocio, pues asegura que no solo los costos de aplicar medidas para la eficiencia en el uso de recursos no necesariamente sean tan altos como se han considerado tradicionalmente, sino que aseguran mejoras en las condiciones de ambiente interno (que inciden en mejores rendimientos de quienes trabajan o aprenden en estos espacios) y, lo más importante, en reducciones en los consumos, garantizando así competitivos retornos de inversión.

Por otro lado, no es suficiente que un proyecto sostenible sea posible, e inclusive que pueda ser muy rentable, sino que deben existir mecanismos adecuados de financiamiento e incentivos dirigidos a este mercado, dirigidos a popularizarla aún más.

Así, la banca pública y privada debe tener opciones de crédito disponibles para este mercado, que incentiven la construcción sostenible; por su parte, el gobierno nacional y los gobiernos locales deben crear incentivos adicionales. No obstante, este desafío está en proceso de ser superado, pues ya varios bancos públicos y privados otorgan créditos verdes con beneficios diferenciados a las construcciones sostenibles.

La construcción sostenible da frutos en lo ambiental, lo económico y lo social. Un edificio diseñado teniendo en cuenta el bienestar de sus usuarios, el clima local y otras características de su entorno, que se construye siguiendo altos estándares que reduzcan su impacto y que incorpore medidas que disminuyan el consumo de recursos valiosos, impacta positivamente en la vida de sus ocupantes y ayuda al país a cumplir sus compromisos adquiridos a nivel nacional e internacional.

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