Según el departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas², se estima que para el año 2050, el 68% de la población mundial vivirá en zonas urbanas. Este aumento en la densidad de las ciudades supone una mayor demanda de recursos básicos que garanticen la calidad de vida de la población. Además, las ciudades también sufren los peligros relacionados al cambio climático, como sequías, inundaciones, deslizamientos y otras amenazas.
Como resultado, surgen una serie de problemáticas en aspectos sociales, ambientales y económicos, relacionados a la gestión que deben tener las ciudades frente a estas situaciones. Este año, el Día Mundial de las Ciudades que se celebra el 31 de octubre, se ha propuesto bajo los objetivos de inspirar, aumentar y contribuir⁴ en la adaptación de las ciudades a las nuevas exigencias climáticas a través de la resiliencia. La innovación es uno de los factores determinantes en este proceso.
“La resiliencia climática es un llamado para todos los sectores de la sociedad. En Amanco Wavin ofreceremos soluciones a nuestros clientes que permitan generar entornos saludables y sostenibles, por eso comprendemos la necesidad de trabajar de forma articulada en la búsqueda de mejores soluciones, con acciones de impacto que permitan una óptima adaptación”, comentó Jorge Jean, Director de Marketing para México y Centroamérica.
Por esta razón, las ciudades deben comenzar a evaluar los efectos de la crisis climática que sucede actualmente, además de las consecuencias que estas traen a nivel de urbanización y conservación de los ecosistemas urbanos. Las empresas y los gobiernos locales y nacionales que busquen construir nuevas ciudades resilientes deben tener en cuenta diez aspectos esenciales asociado a la prevención de riesgos. Estos son:
Establecer una organización y coordinación, en la que participen la ciudadanía, para identificar amenazas de riesgo.
Asignar un presupuesto para la prevención y solución de estos riesgos identificados.
Mantener información actualizada sobre posibles vulnerabilidades.
Invertir en una infraestructura que reduzca el riesgo.
Evaluar la seguridad de los accesos públicos.
Planificar el uso del suelo, de forma realista.
Crear programas educativos y de capacitación sobre la reducción del riesgo de desastres en las comunidades.
Proteger los ecosistemas urbanos para mitigar el impacto del cambio climático.
Instalar sistemas de emergencias y detección temprana de riesgos.
Controlar el recurso hídrico y su infraestructura, de forma que pueda hacerle frente al cambio climático⁶.
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De manera puntual, Jorge Jean asegura que “la importancia de este nuevo cambio de las ciudades hacia la resiliencia es reconocer que cada ciudad tiene necesidades diferentes. Pero no podemos dejar de lado que las nuevas ciudades se proyectan hacia una transformación basada en la sostenibilidad, donde su infraestructura y funcionamiento estén acordes a esta nueva mirada resiliente”.
Las acciones bien diseñadas para el clima y la resiliencia urbana generan importantes beneficios económicos, sociales y ambientales que garantizarán una mejor vida para todas las personas en un mundo cambiante y en proceso de urbanización. Ejemplo de esto, es el uso de nuevas tecnologías para la distribución y manejo de las aguas fluviales en las ciudades.
Un ejemplo de esto es la tecnología Aquacell, que permite un manejo sustentable de las aguas a través de la retención. Esta tecnología reduce la carga de pico de lluvia en la red de alcantarillado y sistemas de drenajes naturales, lo que reduce el riesgo de sufrir inundaciones. Este sistema puede ser utilizado de forma independiente o combinado con otros sistemas como el drenaje sifónico “Quikstream”, también de Amanco Wavin⁸.
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